jueves, 26 de junio de 2008

La Mujer Romana


En la sociedad y en la familia siempre estan bajo el sometimiento de su padre y, después, de su esposo, a esta figura se la llamaba el pater familias. Bajo ningún concepto una mujer sería el cabeza de familia, daba igual la situación del hombre, siempre lo sería él y tenía poder sobre la vida y la muerte de cada miembro de la familia, además de poder venderlos a su antojo o incluso elegía reconocer a sus hijos o no, abandonarlos o quedárselos, sean de su esposa o no.
Las mujeres de buena posición se pasaban el día encerradas en casa hilando, protegiendo su buena reputación. Se las considera adultas a partir de los catorce años, aunque algunas a esta edad ya estaban prometidas a algún hombre; obviamente los matrimonios eran concertados por su familia y la mujer debía llevar una dote. Las mujeres solían casarse entre los quince y los veinte años mientras que los hombres se casaban alrededor de los treinta, así, como en la mayoría de las culturas de la época, había una considerable diferencia de edad.
Como esposa se la podía considerar de dos maneras que era: como compañera, amiga, amante y mujer; o como mero instrumento de reproducción y ayuda. Eso si, por naturaleza todas eran inferiores a los hombres y el papel de las mujeres era el de esposa entregada y fiel.
Las señoras de buena posición social ni siquiera tenían responsabilidades como ama de casa, ya que era su marido quien mandaba principalmente sobre los criados. Las esclavas incluso las vestían y peinaban y nunca las dejaban solas. Solo debidamente acompañadas podían salir con libertad. Las señoras mas distinguidas salían muy poco y cuando lo hacían era cubiertas con un velo.

Solo las que son ricas por herencia familiar tienen alguna libertad en su vida matrimonial e incluso algunas pueden solicitar el divorcio, siempre con razones lo bastante fuertes como el maltrato, aunque normalmente era el hombre el que hacía esta solicitud. Realmente, el mejor estado para ser una mujer en Roma es viuda y rica; en caso de enviudar, enseguida aparecen pretendientes y la mujer tiene dos opciones: proteger su virtud y buscar un nuevo esposo con el que compartir su fortuna o, si no le importaba estar en boca de todos, buscarse un amante y disfrutar de la herencia de su esposo, siempre y cuando su padre también hubiera fallecido ya que de no ser así, pasaba a la tutela de su padre, quien administraba su fortuna. En cambio, si un hombre enviudaba podía buscarse una concubina, o incluso varias y, en caso de querer formalizar esa relación, entonces se unían de una forma parecida a lo que hoy conocemos como parejas de echo, esta unión se llamaba concubinato y los hijos nacidos de ella eran libres familiarmente hablando.
Aún así, las mujeres romanas tenían bastante mas libertad que en otras sociedades de la antigüedad; acompañaban a sus maridos en actos oficiales o fiestas, salía a hacer la compra libremente y organizaban banquetes. Al principio, durante la época republicana de Roma, fue cuando mas sometidas estaban y disfrutaban de menos libertades pero poco a poco los romanos fueron confiando mas en sus mujeres y, mas adelante, compartieron el poder sobre sus hijos y, sobretodo, sobre sus esclavos. Se podría decir que, dentro de lo malo y excluyendo a las espartanas, las mujeres romanas eran de las mas afortunadas.

Educación


Solo las niñas de buena posición asistían a la escuela hasta los doce años en escuelas mixtas. Después de esto, solo con el permiso de su padre o su marido podían continuar sus estudios, la mayoría dirigidos a alguna cultura que se utilizaba básicamente para entretener, como las griegas, por ejemplo la danza o tocar un instrumento.




Vestimenta de la Mujer Romana



En Roma la vestimenta tenía una misión concreta, comunicar el status social del que vestía la prenda. La stola cumplía esta misión. Su objetivo era mostrar, manifestar a simple vista, que la mujer estaba casada. La prenda era más bien formal y sobria comparándola con otras túnicas como el chiton o el peplos. Era larga y se extendía de los hombros hasta los pies, en los hombros se unía por dos tiras breves. La mujer generalmente complementaba con la palla. Un manto rectangular que podía ser utilizado como velo o bufanda. De finos materiales y confección este variaba mucho dependiendo la clase social de la dueña.


La Stola


La stola era una variedad de túnica, la mujer empezaba a vestir inmediatamente después del matrimonio. Esta se ponía por sobre otra túnica, la subucula o túnica interior, de seda o lino ya que eran materiales livianos y quedarían mucho más confortables luego con la stola arriba. Tener una túnica interior era muy conveniente en los días fríos ya que la stola era un vestido liviano y poco abrigado. La túnica interior generalmente era de una sola pieza y con mangas, lo que otorgaba mayor comodidad. Las stolas podían ser de seda, lino o algodón. Aunque las de seda eran las preferidas en las clases altas. Sus colores iban del blanco crema -el color natural de la lana- al gris, el rojo y el purpura. Colores obtenidos con diferentes tinturas naturales. Se distinguía y valoraba a las mujeres con muchos hijos. Cuando estas tenían más de tres hijos podían vestir la stolae matronae que les otorgaba orgullo y prestigio en la sociedad. Era normal adornarla con un patagium. Este era una especie de cinturón que se ponía sobre la stola. No muy ajustado y podía estar teñido de purpura, una tintura bastante costosa y -simbolo de riqueza- o estar bordado con hilo de oro y otros arreglos. Era considerado muy elegante y el usarlo le daba prestigio social a la mujer que inmediatamente la distinguía como una persona adinerada o de buen pasar.

Palla, ricinium y supparrum

Era utilizado por las matronas. Era un manto cuadrado, o rectangular pero de poca extensión horizontal. Este manto indicaba prestigio dentro de la familia y como tantas otras prendas era un indicador de status instantáneo. La mujer que lo utilizara quedaba inmediatamente señalada como una matrona. Iba de la cabeza hasta los pies, ya que generalmente se utilizaba enganchado al pelo formando un velo trasero. El ricinium no tuvo una vida muy larga, comparado con otras prendas. Rápidamente fue reemplazado por la palla. La palla también era un velo pero más práctico. Generalmente se podía utilizar como bufanda, como chal o como capucha. Era de gran popularidad entre las mujeres.Cubrirse la cabeza estando en el exterior de las casas no era por motivos religiosos como hoy en las comunidades musulmanas donde se obliga a las mujeres a cubrir su cuerpo. Las romanas usaban estas "capuchas" por una cuestión social. Era considerado de buen gusto y apropiado para una mujer de clase alta cubrirse.El supparrum era más que nada una capa que iba desde los hombros a los pies. Se enganchaba de la subucula y su característica era que lograba cubrir los brazos de la mujer envolviéndola en un manto de seda, que era muy popular entre las mujeres adineradas. Las mujeres plebeyas solían combinarla con una capucha dándoles una prenda más utilitaria.





Ropa interior y bikinis


En lo que se refiere a ropa interior encontramos varios referencias. Las mujeres para levantar el busto solían utilizar el ascia pectoralis. Una especie de corpiño que ayudaba a darle mayor firmeza al busto. El strophium y la mamillare eran también dos prendas interiores utilizadas por las mujeres. Estas eran más semejantes a los corpiños actuales. Estaban compuestas por tiras de cuero que cubrían el busto sosteniéndolo y afirmándolo.


miércoles, 18 de junio de 2008

La familia en la Antigua Roma

La familia en Roma tenía, ante todo un marcado carácter sagrado. Era una importante institución, considerada como uno de los pilares básicos de la sociedad. Sin embargo la familia romana no se limitaba a lo que hoy se conoce por padres e hijos. La familia de la antigua Roma abarcaba mucho más.
Pertenecer a una familia suponía ser ciudadano de Roma y por lo tanto poseer derechos de ciudadanía, de tal modo que aquellos que fueran excluidos de sus derechos, perdían también el privilegio de formar una familia.


Pater familias

El poder se concentraba en la figura del pater familias. Él tiene toda la autoridad (patria potestas) siendo dueño de todos los bienes y personas de su propia familia. Es el único que no se encuentra subordinado a nadie de su familia y conserva durante toda su vida el derecho de vida o muerte sobre sus hijos y esposa.
La familia está constituida solamente por el hecho de estar sometida a la patria potestad, con independencia de que sus miembros tengan o no un vínculo de sangre.



Matrimonio


El matrimonio romano es un acto privado, un hecho que ningún poder público tiene por qué sancionar: no hay que presentarse ante el equivalente de un sacerdote, un alcalde o un juez. Es un acto no escrito y no existe contrato de matrimonio sino contrato de dote. Se trataba pues de una institución de hecho que no dejaba de surtir efectos jurídicos: los niños nacidos de esa unión son legítimos; reciben el nombre del padre y continúan la línea familiar.
La mujer, dentro del seno familiar pasa del poder paterno al poder marital y si quedara viuda, al de su hijo mayor, viviendo una existencia de abnegación y de obediencia.


Nacimiento

Los romanos no entendían el concepto de nacimiento como se hace ahora. El alumbramiento no se limitaba a ser un hecho biológico. Los recién nacidos no vienen al mundo, o mejor dicho no son aceptados en sociedad, sino en virtud de una decisión del jefe de familia. En Roma no puede decirse que un ciudadano ha tenido un hijo. Lo toma o lo rechaza.
Las madres daban a luz, sentadas en una butaca especial, lejos de cualquier mirada masculina. Tras el parto, el pater decidía la acogida o el abandono del vástago. Podía alzarlo en brazos y legitimarlo, comprometiéndose así a educarlo o en caso contrario lo exponía en la puerta en espera de que alguien que lo quisiera lo recogiera.
A diferencia de otras culturas, como la egipcia, la germana o la judía, que criaban a todos sus hijos, los romanos exponían a aquellos que consideraban que no servirían para el imperio. Hay que entender que en Roma las personas no pertenecen a las familias sino al Imperio y que un hombre antes que hombre es ciudadano del Estado.
El fin último del matrimonio era dar ciudadanos a la patria. Por esta razón se renunciaba con más frecuencia a las hembras que a los varones. Pero sobre todo el abandono de hijos legítimos se debía a la miseria de unos y a la política matrimonial de otros. Los pobres abandonaban a los hijos que no podían mantener, mientras que los otros lo hacían por mera ambición familiar: preferían centrar sus esfuerzos en un número reducido de descendientes.
Una vez acogido el bebé, se celebraban, durante los primeros ocho días, diversas ceremonias para que las divinidades protegiesen la nueva vida. Después se purificaba a la criatura con agua en presencia de familiares y amigos, se ofrecía un sacrificio y se le concedía un nombre (praenomen).